A mi blog se le fue el fondo! Cuando me haga un tiempito lo arreglo...

Ya no soy un Peter Pan

Hoy ví a Peter Pan. Estaba algo más crecido que en la novela y en las películas. Pero se comportaba como más chico que en todas sus apariciones. Lejos de su eterno traje color verde, llevaba ropa de primera marca y última moda. Fiel a su estilo, no se comprometía con nadie, y tomaba un polvo raro por la nariz que (decía) lo hacía volar.
Wendy no estaba. Los niños perdidos, en cambio, no sólo estaban sino que se habían multiplicado mágicamente. El lugar estaba lleno de ellos. Todos sin memoria. Nadie recordaba su origen, todos jugaban y bailaban hasta el amanecer.

No, no se trata de ficción.

A veces los putos le tememos al compromiso. Habitualmente al compromiso se lo relaciona con la responsabilidad, y a ésta, con la adultez. La adultez implica paso del tiempo. Y con el tiempo se vencen los plazos establecidos por sociedad y familia para cumplir con los objetivos esperados. Mandatos como pareja, matrimonio, hijos, trabajo, carrera, éxito… “progreso”.

Quizás por eso nos resulta tan terrible enfrentar el espejo, porque al otro lado no son nuestros ojos los que evalúan. Son los de nuestros (mal que nos pese, a veces) referentes. Mamá, papá, el jefe, el tío, la abuela, la iglesia, etc.

Pareciera que según ellos crecer es parecerse al otro, a su norma, a su patrón.

Desde mi punto de vista crecer es todo lo contrario. Es ser único, desemejante, parecido a uno mismo, ése del que tanto nos alejamos cuando nos camuflamos para “sentirnos parte”. Crecer es tomar cuerpo, entidad, identidad propia, a fuerza de ese compromiso al que tanto le tememos sin darnos cuenta: compromiso con uno mismo.

Hace tiempo que me cruzo con chicos que se enamoran pero no tienen coraje para hacerse cargo de eso. Que sueñan, desean, aman, cojen, con pasión e intensidad genuina, pero luego tienen miedo. Que se involucran “hasta ahí”. Hasta ese punto en el que se sienten comprometidos con el otro. Pero el compromiso con el otro es un compromiso con uno.

Entonces, huyen. Corren a ponerse su traje de estudiante, de hijo pródigo, de hombre políticamente correcto. De hombre invisible.

Olvidan esos besos, esas caricias, ese amor, esa ternura, esos sueños, esos abrazos, esas palabras, esos gestos. Como Peter Pan.

Cada vez más light, cada vez más desinteresados, cada vez más “libres”. Cada vez menos.

Y como en Peter Pan, el asesino porta el reloj.

El tiempo se escurre. Las arrugas aparecen. Duelen las piernas y el culo de tanto bailar. Duele el cuerpo de tanto apretarse en ropas que quedan chicas. Duele la cabeza de tanto vaciarla con ruidos y vapores. Duele el corazón de tanto ejercitarlo para tan poco.

Duele el alma.

Pero afortunadamente (¿?) siempre puede olvidarse todo, tomar el polvito mágico y echarse a volar, como si nada hubiera sucedido.

¿Hasta cuándo?

Seremos eternos niños. Soñaremos lo imposible. Viviremos con pasión. Comeremos con fruición los frutos de la vida. Amaremos con ingenuidad. Gozaremos con alegría. Emprenderemos con convicción. Enfrentaremos con coraje. Realizaremos sin miedo, como el niño que siente que todo lo puede.

Pero todo eso sólo puede hacerse si estamos presentes. Si somos nosotros. Y para ser nosotros tenemos que crecer.

¿Crecemos juntos?





Algunos enfoques sobre el tema:
http://actualidad.orange.es/comunidad/noticias/n_346897.html
http://www.consumer.es/web/es/salud/psicologia/2006/01/11/148472.php
http://www.igooh.com.ar/Nota.aspx?IdNota=3260
http://www.portalcantabria.es/Psicologia/54.php

Data sobre Peter Pan:
http://es.wikipedia.org/wiki/Peter_Pan
http://gonzobaires.blogspot.com/2007/08/peter-pan.html

Experimento - La figurita difícil

¿Cómo se llamaba el actor de la película "..."?
¿Con cuántas personas tuviste sexo?
¿Qué hay en tu placard?

Etcétera, etcétera, malditas veces etcétera...

¿Cuántas veces alguien nos pregunta algo que sabemos pero no podemos decir? ¿Cuántas veces la respuesta está tan al alcance de la mano que no podemos verla? ¿Cuántas veces nos quedamos con algo en la punta de la lengua? En mi caso, al menos, muchas.

Lo maravillosa y extrañamente particular es que siempre que me encuentro ante uno de estos "baches" o "lagunas", me quedo pensativo un rato y acabo por hacer a un lado la pregunta. Pero nada termina, más bien todo comienza.

La pregunta comienza a acecharme dulcemente, y se incorpora a mi ser como algo tácito, tan omnipresente que no lo noto. El interrogante me acompaña, durmiendo latente en algún lugar de mi cabeza.

Entonces, sigo adelante, olvidándome de aquella cosa que quise decir y no pude. Y es justo en ese momento, cuando todo sucede. Así, como un desconocido mecanismo que fue puesto sin querer en piloto automático, algo se gesta en mi interior. Empiezan a aparecer imágenes, letras, palabras, frases, que me sorprenden cada tanto, y casi siempre, terminan dándole forma a la respuesta, que me asalta de súbito en el momento menos pensado.

¿Les pasó alguna vez? Apuesto a que sí.

Para aquellos a los que les pasó, y también para aquellos que nunca se toparon con esa pequeña tortura, pongo en marcha un experimento. Primero, el antecedente:

Hoy estaba en el trabajo, laburando fuera de hora, y mientras esperaba que una pc termine de procesar algo se me vino a la cabeza una pequeña lista de palabras que terminan con "FÍCAME". Primero fueron dos, después tres, cuatro, cinco...

Salí de la oficina y mientras volvía a casa empezaron a visitarme otras palabras. Y llegué a esta lista:

amplifícame
bonifícame
califícame
crucifícame
cuantifícame
dignifícame
diversifícame
dulcifícame
electrifícame
especifícame
glorifícame
grafícame
gratifícame
humidifícame
intensifícame
lentifícame
lubrifícame
magnifícame
mimifícame
momifícame
mortifícame
pacifícame
personifícame
petrifícame
purifícame
rectifícame
santifícame
sacrifícame
signifícame
tonifícame
tipifícame
unifícame
verifícame

¡Cuántas palabras perdidas en algún lugar de mi cabeza! Como dijo una amiga mía, soy una enciclopedia de boludeces. Y me gusta.

Hablando con un amigo, surgió la idea de que sumemos palabras. Entonces, el experimento es el siguiente:

1º¡SUMEMOS!
Propongamos entre todos nuevas palabras para sumar a la lista. El límite está en lo conocido, por ahora. Otro día podemos seguirlo con palabras inventadas (pomulifícame diría Luciana Salazar, por ejemplo). Pero no en esta ocasión.

2º ¡CREEMOS!
La idea es que cada uno cree un texto que incluya la mayor cantidad de palabras de esta lista que le sea posible.

3º ¡COMPARTAMOS!
Publiquemos en este blog (y en otros blogs amigos, ¿por qué no?) todos los textos.

Hecha la propuesta, sólo resta dejar ese pequeño demonio interior buscando palabras y creando textos. Cumplida la labor, nos encontraremos con un lindo abanico de creaciones que exhibirán todo el poder de lo (des)conocido.

¿Se imaginan la sorpresa? Ver textos hechos del mismo material, basados en la misma idea, pero tan diversos y únicos como todos nosotros.

Divertido, ¿no?

Espero sus aportes.

Un abrazote
Dani

PD: gracias Gato!

La hoja (en blanco) – El desafío de la blancura

La hoja. En blanco. Legal. Como debe ser. Mis manos. Mis dedos. Mis brazos. Mi cuerpo. Dos galaxias que se cruzan cuando no se esperan.

Nunca pude superar “el desafío de la blancura”. Para mí el momento de escribir es el momento de parir. Y me gusta el parto natural. Yo, el mismo que nació por cesárea un mes antes de lo planeado. Como signado por ese tajo antinatural que me desarraigó de mi omnipresente madre, esa que como no pudo parirme como y cuando lo esperaba quiso abrigarme por siempre bajo su falda. Pero yo elegí tejerme la propia.

Por momentos me pregunto qué tan propia es esa falda. Será una imitación de la materna? La mía tiene pito. La de mi madre no. O sí?

Sí, estoy frente a la hoja en blanco. Pero porque llegó el momento. No porque la haya encarado por deber ni por obligación.

Digo estupideces. Afortunadamente, sólo de vez en cuando. Pero siempre que las digo por escrito, lo hago inconteniblemente, casi clandestinamente, ocupando el espacio que mi computadora le tenía guardado. No es una hoja en blanco. Es una hoja con letras invisibles a las que voy poniéndole color a fuerza de sangre. Esa misma sangre que me vio nacer. La mía, la de mi madre, mezcladas como una sola.

Porque ni siquiera al nacer quise la hoja en blanco. Elegí parirme antes, no cuando todo estuviera listo y expectante. Cuando la vorágine de la vida latió con fuerza. Mi vorágine. Mi vida. Mi fuerza. Esa misma que corre por mi sangre, por mis venas.

Exudo, chorreo, mojo, humedezco, empapo, arrecio. Con letras. Con sangre. Con el pulso de mi cuerpo estallando sobre la hoja virtual mansillada de repente.

Tan ilegal, tan maravilloso. Tan violento como inescrupuloso. Me lanzo hacia el acotado abismo de una fría pantalla que no sabe cómo detener tanta locura, tanto desenfreno.

Entonces me freno. Observo la hoja. En blanco? No, en negro.

Amo escribir en negro.

Qué hice? Cómo pude? Quién sabe… tantas preguntas se esconden tras esas dos…

No puedo responderlas. No quiero responderlas. Por eso sigo, continúo, avanzo. Dejo atrás lo inevitable.

Otro día me las encontraré, luego de pintar otra hoja.

Otra página.

De mi vida.

De pies a cabeza

De pies a cabeza soy (mi abc)

Soy un actor, bohemio, ciclotímico, a veces dantesco. Ególatra como muchos, familiero como pocos. Suelo ser grotesco, hilarante. De insaciable me puedo tornar jodido. Kilombero. Como buen leonino, me paso de meticuloso y narcicista. Absolutamente orgulloso, busco ser productivo y por eso me pongo quisquilloso. Para algunas cosas soy rápido (sólo para algunas cosas). Eterno soñador, testarudo con convicciones. Único (afortunadamente).Versátil en la vida, me gusta la movilidad. Confeso webbeador de sitios xxx. En ocasiones, de puro yoico, y si hay noche de luna llena, puedo alunarme y de tanto dar vueltas sobre mí mismo, me convierto en zonzo.


De pies a cabeza voy

Voy andando por la vida. Caminando. A veces corriendo. Volando. Nadando. Nunca arrastrándome. Al menos, nunca más… je

Voy de la mano de mi gente, esa que como dijo Liliana Felipe en una de sus canciones “me aumenta el alma”. Esa familia, mi patria por nacimiento o por opción. Los que llegaron antes que yo y se quedaron. Los que vinieron después. Los que están por venir.


De pies a cabeza estoy

Estoy abierto a lo que la vida me ofrezca. Confío en las puertas que se abren, y aprendo de aquellas que se cierran.

Estoy feliz. Orgulloso. Hambriento. Deseante. En el punto justo. No me cocino en el primer hervor ni me deshago al instante.

Estoy esperando que me sorprendan. Bienvenidos a mi zoo de cristal.


De pies a cabeza doy

Doy mi corazón, mi alma, mi cuerpo (¿por qué no?). Doy besos, abrazos, mimos, caricias, silencios, palabras, guiños. Todo eso que también me gusta recibir. La vida es un ida y vuelta.

También doy trabajo… a veces bronca, y definitivamente, espero que nunca lástima.

Doy un puntapié inicial en este nuevo tránsito, que me llevará quién sabe adónde.


Sólo espero que al otro extremo de esta pantalla estés vos. De pies a cabeza.

Los extremos no se juntan (¿?)

Del llanto a la risa, de la dulzura a lo ácido, de la pasión más desenfrenada a la ternura absoluta, de la conciencia a la locura, de la quietud a la tempestad…

Sí, soy un tipo extremo. Un hombre que vive con hambre, que pone el hombro como una hembra cuando alumbra, que salta el alambre, que no se queda en el umbral. Un traba. Una lengua. Un trabalenguas.

Hablando de lenguas… ¿qué es un extremo según el diccionario?

Según la Real Academia Española, un extremo es:

1. adj. último.
Sí, a veces me salta lo moisheada y me siento el último orejón del tarro. Bueno… moishe y orejón, tiene su lógica ¿no? Volviendo a la definición… “los últimos serán los primeros” Vieron que todo se trata de extremos…

2. adj. Dicho de una cosa: Que está en su grado más intenso, elevado o activo. Frío, calor extremo.
Bueno… no soy una cosa, aunque a veces me trate como tal. Sí soy intenso. También elevado. En cuanto a activo… no pienso hacerlo público.

3. adj. Excesivo, sumo, exagerado.
¿Excesivo yo? ¡Jajajaja! Sí, me gustan los excesos. Esos a los que se llega recorriendo todo el abanico de posibilidades que una oportunidad presenta. En cuanto a sumo, lo prefiero con “z”. Me gusta sacarle el jugo a la vida. Y en ese tránsito… a veces exagero.

4. adj. distante (apartado).
A veces la distancia es una buena compañía. Parar la pelota, poner el pie en el freno, reacomodar las fichas, hacer un aparte. Muchas cosas buenas (y malas) sólo ocurren si uno sabe ver el momento de tomar distancia.

5. adj. desemejante.
¡Afortunadamente! Amo la diversidad, la necesito como el aire, el agua, la tierra y el fuego. Ser distinto es lo que me hace igual. Me acerco al mundo desde lo diferente, para allí explotar lo común que todos tenemos.

6. m. Parte primera o última de algo, principio o fin de ello.
Una parte puede ser el todo. Sin partes no hay todo. Todos somos el primero y todos somos el último. Para que algo empiece o termine, todos somos necesarios.

7. m. asunto (materia de que se trata).
Si hay algo que no sé de qué se trata es “el asunto”… Saquen sus conclusiones.

8. m. Punto último a que puede llegar algo.
Uffff más de uno dijo eso después de estar conmigo…

9. m. Esmero sumo en una operación.
No estoy operado… sólo me cortaron un pedacito al poco tiempo de nacer. Y gracias a eso, tengo que esmerarme…

10. m. Invernadero de los ganados trashumantes, y pastos en que pacen en el invierno.
He pasado el invierno con algún que otro ganado… Y nada he perdido.

11. m. En el fútbol y otros deportes, miembro de la delantera que, en la alineación del equipo, se sitúa más próximo a las bandas derecha o izquierda del campo.
Alguna vez me educaron en la derecha… pero cerca de la izquierda me siento más cómodo ;)

12. m. Mat. Término primero o último de una proporción.
¿Proporción? ¿De qué estás hablando Willy?

13. m. desus. padre nuestro (cuenta del rosario más gruesa que las demás).
Definitivamente, el padre nuestro está en desuso. Y eso le pasa por querer ser más grueso que los demás.

14. m. pl. Manifestaciones exageradas y vehementes de un afecto del ánimo, como alegría, dolor, etc. Hacer extremos.
¡A mi juego me llamaron!

En fin… extremo, extremista, in extremis… son frases que me caben. Pero no todo en la vida está en las letras escritas, en las tablas de la ley, en los contratos, en las definiciones y discursos. La vida pasa por el cuerpo. La cabeza es sólo una parte de él. De nada sirve usar la cabeza si no se mueven los pies.

Así que para aquellos que dicen que los extremos no se juntan... acá estoy yo. De pies a cabeza.

GENIAL

GENIAL
sin palabras