Experimento - La figurita difícil
¿Cómo se llamaba el actor de la película "..."?
¿Con cuántas personas tuviste sexo?
¿Qué hay en tu placard?
Etcétera, etcétera, malditas veces etcétera...
¿Cuántas veces alguien nos pregunta algo que sabemos pero no podemos decir? ¿Cuántas veces la respuesta está tan al alcance de la mano que no podemos verla? ¿Cuántas veces nos quedamos con algo en la punta de la lengua? En mi caso, al menos, muchas.
Lo maravillosa y extrañamente particular es que siempre que me encuentro ante uno de estos "baches" o "lagunas", me quedo pensativo un rato y acabo por hacer a un lado la pregunta. Pero nada termina, más bien todo comienza.
La pregunta comienza a acecharme dulcemente, y se incorpora a mi ser como algo tácito, tan omnipresente que no lo noto. El interrogante me acompaña, durmiendo latente en algún lugar de mi cabeza.
Entonces, sigo adelante, olvidándome de aquella cosa que quise decir y no pude. Y es justo en ese momento, cuando todo sucede. Así, como un desconocido mecanismo que fue puesto sin querer en piloto automático, algo se gesta en mi interior. Empiezan a aparecer imágenes, letras, palabras, frases, que me sorprenden cada tanto, y casi siempre, terminan dándole forma a la respuesta, que me asalta de súbito en el momento menos pensado.
¿Les pasó alguna vez? Apuesto a que sí.
Para aquellos a los que les pasó, y también para aquellos que nunca se toparon con esa pequeña tortura, pongo en marcha un experimento. Primero, el antecedente:
Hoy estaba en el trabajo, laburando fuera de hora, y mientras esperaba que una pc termine de procesar algo se me vino a la cabeza una pequeña lista de palabras que terminan con "FÍCAME". Primero fueron dos, después tres, cuatro, cinco...
Salí de la oficina y mientras volvía a casa empezaron a visitarme otras palabras. Y llegué a esta lista:
amplifícame
bonifícame
califícame
crucifícame
cuantifícame
dignifícame
diversifícame
dulcifícame
electrifícame
especifícame
glorifícame
grafícame
gratifícame
humidifícame
intensifícame
lentifícame
lubrifícame
magnifícame
mimifícame
momifícame
mortifícame
pacifícame
personifícame
petrifícame
purifícame
rectifícame
santifícame
sacrifícame
signifícame
tonifícame
tipifícame
unifícame
verifícame
¡Cuántas palabras perdidas en algún lugar de mi cabeza! Como dijo una amiga mía, soy una enciclopedia de boludeces. Y me gusta.
Hablando con un amigo, surgió la idea de que sumemos palabras. Entonces, el experimento es el siguiente:
1º¡SUMEMOS!
Propongamos entre todos nuevas palabras para sumar a la lista. El límite está en lo conocido, por ahora. Otro día podemos seguirlo con palabras inventadas (pomulifícame diría Luciana Salazar, por ejemplo). Pero no en esta ocasión.
2º ¡CREEMOS!
La idea es que cada uno cree un texto que incluya la mayor cantidad de palabras de esta lista que le sea posible.
3º ¡COMPARTAMOS!
Publiquemos en este blog (y en otros blogs amigos, ¿por qué no?) todos los textos.
Hecha la propuesta, sólo resta dejar ese pequeño demonio interior buscando palabras y creando textos. Cumplida la labor, nos encontraremos con un lindo abanico de creaciones que exhibirán todo el poder de lo (des)conocido.
¿Se imaginan la sorpresa? Ver textos hechos del mismo material, basados en la misma idea, pero tan diversos y únicos como todos nosotros.
Divertido, ¿no?
Espero sus aportes.
Un abrazote
Dani
PD: gracias Gato!
Publicado en: experimentos el viernes, 14 de septiembre de 2007 a la/s 23:28
Hola Dani!
Es evidente que van a salir todos verbos y que nos dejan en un lugar de pasivas tremendas! jajaja, pidiendo que nos hagan cosas así, sin escrúpulos!
Se me ocurre que hoy voy a pedir...
- Deifícame (me hago la diva con un rodete en la cabeza a lo Eva Perón).
- Cosifícame (no atiendas mis extremos rodeos sentimentales)
- Codifícame (que es una forma de decir signifícame)
- Decodifícame (que es una forma de que me abordes)
Eso por hoy..
Besos!
Chris
Hola Dani!
Me encantó la propuesta, y acá te dejo mi texto, que creo que incluye toda tu lista.
Fue una experiencia mucho más vertiginosa que llenar la Claringrilla, y además, más glamorosa, como el dueño de casa/blog.
Dejo un besote,
Vale
ORACIÓN
Santa “Vetusta María de los Buenos Ayres, ¿Lo Quééé?”:
Momifícame como sólo tú sabes hacerlo
(aunque también tu hijo, aunque mejor tu padre o tu marido, o lo que fuera)
Unifícame la Trinidad Santísima, aunque eso ya es un hecho.
Especifícame si vives en Burela o Bucarelli
y grafícame tu templo en Lumi Planos.
Lentifícame el 114 que estoy llegando a misa muy temprano.
Si no lo logras, petrifícame, por Diossss, te lo suplico.
Electrifícame la viola, que no son tiempos de tracción a sangre.
Más luego, tierna Virgen, dulcifícame la rocker que me brote
porque tampoco es cuestión de desmadrarse.
Diversifícame el helado, para que no sea todo de vainilla,
y gratifícame, talvez, con un panqueque.
Tipifícame el embole que provoca tu oración
y mortifícame con ella hasta el hartazgo.
Personifícame un chabón con un buen lomo
Para que le rece cuando me canse de rezarte.
Tonifícame los glúteos que – va en serio-
creo siempre más en ti que en el Pilates.
Magnifícame las tetas que venimos para atrás,
Oh, Santa Madre.
Amplifícame, en el acto los corpiños,
porque quien pide una cosa,
sería muy boludo dejando de pedir la otra.
Dignifícame, de esa manera, e intensifícame la fe,
que si las tetas me crecen, Oh, Señora
he de creer hasta en el Papa, y aún en el que es el Papa ahora.
Rectifícame, por Dios, cuando eso ocurra,
Y verifícame, para chequear que siga siendo,
la misma yo que yo era antes.
Purifícame el agua corriente
Que no tengo para el filtro
Y que el ETOSS no controla una garnacha.
Bonifícame el tiempo que he perdido
repitiendo los rosarios de mi infancia.
Cuantifícame los Glorias de eso tiempos,
Y suponte que los rezo todavía.
Créetelo, tú que tienes tanta fe,
y califícame en base a eso.
Signifícame una estatua toda la vida.
Si quieres convencerme de lo contrario, mimifícame,
guiñando un ojito desde el mármol, y después talvez veremos.
Pacifícame, Madre.
Humidifícame y lubrifícame pero no lo hagas personalmente,
procura enviarme para ello a uno de tus más apuestos fieles.
Intensifícame el goce, Oh, Vetusta.
Glorifícame sin llegar al horror de bendecirme.
Santifícame, si puedes.
Sacrifícame, si no lo logras,
O crucifícame, incluso, ahora que Roma está de tu lado
pero después no vayas a llorar
Como hiciste aquélla vez en Galilea