A mi blog se le fue el fondo! Cuando me haga un tiempito lo arreglo...

Bienvenido al club

Corría el año 1996. Hacía casi un año que frecuentaba semanalmente el videoclub en que mi prima Elizabeth trabajaba. Estaba ubicado en Av. Santa Fe y Ecuador, y una buena parte de sus clientes eran “del ambiente”.

Luego de muchas visitas, por fin me animé a contarle algo de mi historia. La cita fue en un Burger King. Ella ya lo sabía. Yo sabía que ella lo sabía. Pero su planteo era algo así como “hasta que no salga de tu boca yo no sé nada”. Finalmente, después de mucho sudar y estrujarme las manos una con otra, solté la frase: “soy gay”. Me miró, se sonrió. Le dije “lo sabías, guacha”. Asintió. Nos reímos.

Unos días después, y mediante previo acuerdo, fuimos a comer a la casa de dos de sus amigos. Una pareja, de (creo) once años de vida en común. Respondían al estereotipo, uno afeminado y uno algo rudo, de modo que no fueron una gran sorpresa, pero sí toda una revelación: había parejas gay, y duraban mucho tiempo. Fue tranquilizador.

La propuesta parecía ser una suerte de cena educativa. Yo había acudido con muchas preguntas, quizás más de las que pudieran responderme, y ellos estaban deseosos de darme una mano. Y lo hicieron, muy a su manera.

Se trataba de dos hombres, uno de veintisiete y otro de treinta y un años de edad, si mal no recuerdo. Vivían en pleno Barrio Norte, y tenían el legado de los ochenta en sus venas. Me dieron una “clase magistral”, y me contaron algunas cuantas cosas, abriendo todo un nuevo mundo ante mí, que a mis dieciocho, casi diecinueve años, venía transitando sus calles sin enterarme. Algunos de los datos fueron, en sus palabras:

· El levante callejero funciona. Hay que caminar por la Av. Santa Fe, de la mano de enfrente al Alto Palermo, entre Coronel Díaz y Callao. Esa vereda es “la puta”. La de enfrente, “la santa”. El camino es de ida y vuelta, hasta que alguien se acerque, o se detenga en una vidriera y te mire de reojo. Si eso pasa, ¡zas!, hubo pique.
· Existen las teteras. Se trata de lugares para el sexo casual. Cines XXX, saunas y baños públicos.
· Los putos se clasifican. Están las locas (los afeminados), los chongos (los masculinos), los leather (les gusta el cuero y suelen ser sadomasoquistas), los osos (grandotes y peludos) y el puloil (horrenda denominación para una discriminatoria visión de los no tan top).
· Hay muchos lugares. Bunker (el mejor lugar del mundo), Tercer Milenio (topísimo), Enigma (un sótano en la calle Suipacha), Experiment (otro sótano, pero en Carlos Pellegrini), y algunos pubs como In Vitro (again, un sótano) y Manhattan (adivinaron, subterráneo también).
No se puede ser gay sin visitar Bunker. Es la panacea, y sólo entran quienes encajan.

La clase siguió, pero afortunadamente no la recuerdo. Todo era tan cuadrado, tan etiquetado, tan furtivo, tan homófobo.

Circulé por todos esos lugares, como buen alumno que acostumbraba a ser. Compré una revista NX para aprenderme el direccionario. Hice sudar algunos azulejos, ví películas prohibidas, desfilé por la vereda (in)correcta, y salí a mover el esqueleto por los boliches de onda.

Me sentía feliz, como recién recibido. Aunque el premio fuera sólo un poco de lentejuelas en el anonimato. Los putos éramos muchos, y comencé a desarrollar un tipo de mirada, de relojeo, que hasta el día de hoy me permite cruzarme por la calle con otro y saber que estamos en la misma.
Pero salía solo. No podía integrarme. A pesar del gran esfuerzo que hacía por encasillarme en alguna de todas las etiquetas disponibles, y por más que bailara al lado de cuanto grupo de chicos tuviera cerca, era gentilmente ignorado.

Hice toda clase de mutaciones. Intenté ser loca, me compré pantalones de víbora y remeras cortitas, camperas de microfibra, y me maquillaba para la ocasión. Intenté ser chongo, vistiéndome de jean y remera, con zapatillas y el cigarrillo empuñado entre el índice y el pulgar. Oso ni se me ocurrió porque no me alcanzaba el cuerpo. Leather podría decir que a medias, porque hubo épocas en las que un largo saco de cuero con cuello alto me acompañaba a todas partes. Y puloil creo que fui siempre, en algún lugar de mi maquillado ser.

A pesar de tanto camuflaje, de tanto jugar al camaleón, no conseguía siquiera un saludo amistoso. Tuve polvos, sí. Tuve también novios de una noche y desazones de semanas. Tuve amantes sin rostro y rostros sin amor. Tuve mucho, sin tener nada.

Hasta que muchos años después me empecé a descascarar. Me fui sacando (algunas) plumas, el maquillaje, los trajes extravagantes, los lugares incómodos, las situaciones ajenas, las compañías ausentes. Aprendí algo que me cambiaría la vida: no hay diccionario ni enciclopedia que enseñe a ser uno mismo. Y me di cuenta de algo maravilloso: no quería pertenecer, al menos no a aquello ni de ese modo.

En eso estaba, sacudiéndome el polvo, cuando de pronto, sin querer queriendo, empezaron a aparecer los amigos, esos que al día de hoy aún me acompañan. Los mismos que reconocen en mí un ser camaleónico pero de una sola esencia. Caminan a mi lado, y a veces me enseñan el camino, que pasa muy lejos de aquellas pistas. A ellos, mi enorme gratitud, por rescatarme de la montaña rusa en la que yo solito me había metido.

Hoy puedo ver que el circuito gay de Buenos Aires es mucho más amplio, en todos sus sentidos. Hay muchos más lugares, mucha más gente, mucha más visibilidad, mucha menos culpa. Pero lo mejor de todo es que ya no necesito (ni quiero) pertenecer a ese “ambiente”, a esa burbuja espantosa en la que muchos se encierran para ser más de lo mismo.

Lo visito, por supuesto. Me divierto, me junto con mis afectos, me relaciono. Me pongo algunas plumas a veces, y otras no tengo ganas. Pero desde algo que soy genuinamente, y no desde una pose para ser el feliz portador de una etiqueta.

A pesar de esta enorme distancia que me separa de aquél adolescente ansioso que quería pertenecer, y de mi actual visión del mundo de lo queer, debo admitir que guardo cierto anhelo por esas épocas, en las que, encerrado en un pequeño diccionario, me sentía un miembro más del club. No volvería a aquello, pero renegar de mis comienzos sería renegar de lo que soy. Y no reniego.

Espero que el futuro nos depare coming-outs menos restrictivos y más integradores. Y que quienes salgan o estén por salir del closet lo hagan enteros, poniendo el cuerpo y el alma. Pero usando la cabeza, para no salir de un encierro y meternos en otro, ¿no?. Al fin y al cabo, los clubes son una salida…



PD: Una joyita que encontré por ahí: una nota de 1999 sobre la noche porteña:http://www.clarin.com/suplementos/informatica/1999/09/01/t-01201i.htm

9 comentarios:

  1. noooooooooo, me sentí re identificado con tus palabras!!!
    nunca recorrí Sta Fé buscando pique, pero el resto creo que lo seguí religiosamente tal como vos decís!!!
    y bueno, no sé si es que con los años se aprende, o si uno se va conociendo más, pero tb fuí dejando de lado ciertas costumbres!
    excelente posteo!!!
    que tengas muy buen finde, y felíz día del blogger!!!
    Max

    PD: Bunker fué mi primer boliche gay, y nunca me sentí tan sapo de otro pozo como la primera vez que puse un pié ahi!!!

  2. bueno bueno bueno.... aquí me sentí muy muy cómodo!!!!!! simplemente te digo gracias.
    saludos

  3. Hola guapo!
    Hasta el hasrtazgo he leídos post, dedicados a la salida del armario", el "etiquetamiento", y muchos tópicos más, que en este post, aparecen con una presencia buenísima, desde el momento en que aparecen y cómo los tratas. Excelente trabajo! Me ha ncantado, has sido natural, sin retóricas, sin asumir el mismo desde verdades soberbias que he descubierto en otros lados. Sencillamente buenísimo.
    No dudo que Max se haya podido identificar con él, yo lo he hecho, y seguramente le pasará a montón de personas.
    Tu camaleónico paso en este acomodarse, incursionar e introducirte en el mundo gay ha sido un poco el peregrinar los primeros pasos de todos, entre la inseguridad, la búsqueda, ese descubrir que parecía todo un mundo que nos amenazaba comer...
    Eres un talento tío... celebro tu regreso, tu blog, tus post, y mi cariño hacia ti
    un besazo guapo!

  4. Como va? En lo particular, no tuve tutor ni ayuda para salir "al" ambiente, lo cual fue perjudicial. Me habrían evitado muchos golpes durísimos. Por otro lado de entrada no sali de lleno al ambiente sino que parcialmente. Durante muchos años estuve por el cyberesepacio o las líneas de teléfono (con alguna visita esporádica a algun lugar)
    Luego me anime a mas.
    NX, como me acuerdo!

    Bueno, gracias por compartir.

    Chau

  5. Me encantó leerte, cosas que ya me contaste, verlas escritas tan bien.
    Cuánto de descubrimiento y de investigación, poniendo el cuerpo y sudor, no?
    Me alegro de que hayas ido encontrando tu propio camino, siguiendo solo tus propias indicaciones...

    Besos,
    Pao

  6. max:
    ni sabía que era el día del blogger, mis saludos por eso a vos también, aunque ya hayan pasado unos cuantos días.
    Gracias por tu comentario, qué bueno saber que nuestras vidas compartieron pasajes.

    Un beso


    nano canalla:

    bienvenido, muchas gracias a vos. Te hago un lugarcito para que pases cuando quieras, dale?

    Besote


    faBio:
    vaya, vaya, me dejaste mudo. Qué decir ante tanta generosidad, ante tantos elogios. Escribo lo que me pasa, con el espíritu de compartir con el otro. Creo que LA VERDAD es una suma de todas nuestras historias, de todas nuestras verdades. Este post intentó ser una foto, el retrato de un tránsito que recién empieza, y que para tods es distinto pero se siente parecido.

    Me mola que te mole

    Un beso


    germánico:
    Gracias por tus palabras. Creo que lo importante es salir del closet, sin importar si es de golpe o en cómodas cuotas. Yo también he transitado por internet y por las líneas de teléfono.
    Guardo mis viejas NX, algún día, quién dice, podamos verlas juntos.

    Un abrazo


    pao:
    Gracias por ser parte, por ser testigo, por darme la mano.

    Te mando un beso enoRme
    Dani

  7. Buenas..yo tengo 21 años y ya estoy bastante a disgusto con los esteriotipos, con los supuestos, con los lugares que "tengo que conocer", Basta!
    Por supuesto que los amigos mas grandes que conocen la onda, son los que te ayudan a meterte en "el ambiente" cuando recien abriste las puertas del ropero.
    Aprender a ser uno mismo es la materia más dificil que tenemos que aprobar es esta vida.
    No se te perdona que no hayas guardado los pantalones de víbora. Muy divertido el póst. Un abrazo, Diego

    PD: Ahh a la miradita todavía la estoy desarrollando jaja

  8. Diego:
    gracias por pasar, en estos días te estaré leyendo. Qué bueno que alguien de tu edad, que se encuentra en otra instancia de este camino, pueda ver las mismas cosas.
    La miradita va a surgir, no te preocupes. En cuanto a los pantalones, están guardados en algún lugar del closet, vaya paradoja! Algún día los desempolvaré y subiré una foto al blog, dale?

    Un beso enoRme
    Dani

  9. Hermoso!!!

    Y además yo VI ese pantalón de víbora!!! lo ví... no puesto, claro... pero lo tuve en la mano... jajaja...

    Y vos viviste conmigo esa etapa mía, fuiste parte de ella. Tengo un post yo similar a este que se llama "Yo, dueña de la noche"...

    Es muy hermoso, muy!!! A mí me conmueve recordar estas etapas, me genera mucho ternura... Agradezco a la vida haber pasado por ese proceso, hacer circulado por esos lugares y también creo que está bien correrse llegado el momento y vivirlo desde otros puntos de vista...

    Que lindo que es ser puto!!!!!!

    Besos!!

    Chris

GENIAL

GENIAL
sin palabras